Padre, no soy digno de recoger las migajas que hay debajo de Tu mesa; sin embargo, eres un Dios misericordioso cuya naturaleza es bondadosa y compasiva y, con Tu sabiduría, has revelado los cimientos de Tu carácter y has relevado Tu ser ante nosotros en las páginas de las Sagradas Escrituras.
Gracias por Tu gracia incomparable, pues a pesar de que no soy digno, me has sacado del lodo cenagoso y has puesto mis pies sobre la roca de mi salvación y me has sentado junto a Cristo en lugares celestiales.
Señor, ruego que, con el poder del Espíritu Santo, me otorgues el espíritu de la sabiduría y del entendimiento, de manera de conocerte mejor y amarte cada día más. También ruego que Tu Palabra de verdad ilumine los ojos de mi corazón, de manera de conocer con mayor profundidad la esperanza a la que he sido llamado.
Permíteme comprender con mayor profundidad qué significó para Ti haber muerto en la cruz por mis pecados. Hazme manifestar una reverencia más profunda por Quién eres realmente. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.