Dios Padre, confieso que no Te he honrado con todo mi cuerpo, alma y espíritu, sino que me he dejado llevar por la glotonería y la gula, lo que se ha convertido en una espina en mi carne. Es más, Señor, confieso que me he convertido en un esclavo de mis hábitos alimentarios, y ruego que me ayudes a eliminar estos hábitos que tanto Te deshonran. Sé que mi cuerpo es templo del Espíritu Santo, y realmente quiero ofrecerlo como un sacrificio vivo que sea santo y complaciente para Ti, Señor.
Amante Señor, sé que no puedo hacerlo con mi propia fortaleza, pero sé que, con el poder de Tu Espíritu, puedes liberarme de esta esclavitud interna. Señor, reconozco que el poder del pecado y de la muerte en mi vida fue derribado en la cruz de Jesucristo mi Señor, y he venido a Ti en mi desamparo a rogarte que me permitas vencer esta gula que está destruyendo mi vida.
Señor, ruego que me ayudes. Conviérteme en la persona que quieres que sea. En nombre de Jesús,
Amén.