Cuánto Te agradezco, Padre Celestial, porque me acompañas todo el tiempo y has prometido jamás abandonarme ni desampararme. Qué gran consuelo es saber que, sin importar donde me encuentre o qué esté haciendo, puedo invocarte de día o de noche, pues sé que Tus oídos están siempre abiertos a mis gritos de ayuda.
Señor, Tú sabes que a veces me siento muy solo. Siento que ninguna de las personas que conozco me comprende ni se preocupa de mí. Me doy cuenta de que ellos tienen sus propios problemas e intereses, pero incluso mis seres más cercanos parecieran no comprenderme ni mostrar interés en mí.
Señor, sé que parte del problema es que me enfoco en mí mismo y en mis propias necesidades y no me doy cuenta de que muchas otras personas probablemente se sienten igual y no tienen nadie con quien hablar ni nadie que los comprenda.
Señor, ayúdame a poner los ojos de mi corazón en Ti y no en mí durante todo el día, pues sé que solo Tú puedes brindarme la comunión y la intimidad que anhelo, y solo Tú puedes inundar mi corazón con Tu paz perfecta y manifestarte a mí de una manera nueva y especial. Gracias porque eres mi Consolador y Consejero. Ruego poder acercarme a Ti como nunca antes, para que Tu consuelo y gracia puedan fluir a través de mí hacia los demás que sienten una soledad similar. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.