Qué Dios tan misericordioso eres, y eres digno de toda nuestra alabanza y adoración, pues eres el Dios que nos creó para que disfrutáramos de una comunión el uno con el otro y contigo, y nos formaste para que fuéramos seres relacionales con emociones y sentimientos. Gracias, Señor, por la maravillosa amiga que, con Tu gracia, has traído a mi vida. Ha sido una inmensa fuente de alegría y ánimo para mí, y desde el comienzo he podido ver Tu mano de bendición posarse sobre nuestra amistad, pues sé que fuiste Tú el que en primer lugar nos juntó y el que permitió que se formara una relación tan bella.
Señor, Te doy gracias por ella, pues ha sido una inmensa bendición para mí, y Te alabo y Te agradezco por las maravillas que, con Tu gracia, haces en su vida. Gracias por su gracia y sabiduría, su gentileza y devoción hacia Ti. Señor, ella realmente es una inspiración para mí, y ruego que sigas bendiciéndola y usándola, dándole fortaleza y protegiéndola, consolándola y reconfortándola, y usándola en el rincón de Tu campo donde la has puesto. Que crezca en la gracia y el conocimiento del Señor Jesús en los días por venir, y manten sus ojos puestos en Jesús, en Cuyo nombre oro,
Amén.