Señor, no a través de nosotros mismos, sino con el poder del Señor Jesucristo, alabamos Tu nombre, pues con Su muerte y resurrección ha derribado el poder del pecado y de la muerte, y ha obtenido la mayor victoria espiritual sobre los principados y las potencias, que llegará a su final definitivo cuando el último enemigo, la muerte, finalmente quede debajo de Sus pies. Cómo podríamos alabarte y agradecerte lo suficiente por lo que has hecho por cada uno de nosotros a través de la muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo, en Cuyo nombre oramos,
Amén.