Gracias, Padre Celestial, porque aquellos que confiamos en Cristo como nuestro Salvador tenemos la redención a través de la sangre de Jesucristo nuestro Señor y el perdón de todos nuestros pecados conforme a las riquezas de Tu gracia.
Señor, no he cumplido Tus mandamientos perfectos. Sé que no hay mérito en mí y que no soy constituido justo. Sé que sin Cristo no podría acercarme a Tu trono de gracia; sin embargo, alabado sea Dios porque la sangre de Jesucristo mi Salvador me limpia y no deja de limpiar todos mis pecados. Gracias. Padre, deseo a través de Cristo ser limpiado de toda mi injusticia por la gracia y mediante la fe en Él.
Señor, a menudo no cumplo Tus mandamientos, pues sé que es imposible acatar Tus mandamientos santos con mi propia fortaleza, pero también sé que en Cristo mis pecados que eran como la grana han quedado blancos como la nieve a través de Su sangre purificadora. Ruego que me laves y no dejes de lavarme, tal como Pedro le pidió a Jesús que lo lavara y no dejara de lavarlo la noche en que Él fue traicionado. Al igual que Pedro, Te necesito siempre, Señor, pues este cuerpo pecador a menudo es víctima de la carne, que intenta llevarme de vuelta al mundo y perjudicar mi testimonio sobre Cristo.
Señor, sé que he sido redimido para siempre, por lo cual alabo Tu santo nombre; sin embargo, ahora Te pido que me ayudes a volar hacia Ti y confesar cualquier pecado o iniquidad para así recuperar mi dulce comunión con el Padre, pues has prometido a los creyentes que si confesamos nuestros pecados, siempre serás fiel y nos perdonarás y nos purificarás. Ruego que la Palabra me lave día a día, para así asemejarme cada vez más a Jesús y cada vez menos a la persona que solía ser. Ruego en el hermoso nombre de Jesús,
Amén.