Padre celestial, gracias por Tu llamamiento en mi vida, y Te bendigo porque me has encomendado este pequeño rincón de Tu vasto viñedo.
Ruego poder ser un trabajador digno y enfocar mi corazón y mis manos en cualquier tarea que se me asigne.
Ruego que mi trabajo en este lugar sea fructífero, pero también Te pido que me des paciencia piadosa mientras espero a que la tierra dé su cosecha, pues sé que la semilla sembrada del evangelio de Cristo puede tardarse mucho en echar raíces, en crecer y en madurar.
No me dejes buscar el reconocimiento terrenal ni la alabanza de los demás en este trabajo que se me ha asignado, sino trabajar de manera fiel y diligente entre tanto que el día dura, pues sé que la noche viene, cuando nadie puede trabajar.
Toma mi vida y actúa a través de mí para que haya una cosecha espiritual abundante, de manera de glorificarte y alabarte. Ruego en nombre de Jesús,
Amén.