Padre celestial, que nuestra confianza y fe en Ti reflejen la sencillez de la fe que regocija Tu corazón, y que es tan evidente en la vida de los niños, pero que pareciera evaporarse tan pronto alcanzamos la edad de la madurez. Haznos sorprendernos y maravillarnos ante la gloriosa historia de la redención, y haznos acercarnos a Tu santísimo trono de gracia con profunda humildad para pedirte ayuda en nuestro momento de necesidad.
Perdónanos por haber perdido la capacidad de asombrarnos ante la bella encarnación, y por habernos confiado de la muerte y la resurrección de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Renueva en nosotros una profunda reverencia por Tu santo nombre, como corresponde a nuestro grandioso y glorioso Dios Creador, Que tanto nos amó que envió a Su Hijo unigénito para que muriera por nuestros pecados, de manera que todo el que cree en Él no perezca, sino tenga vida eterna.
Ayúdanos en los días por venir a examinar nuestros corazones y a ver si también nos hemos vuelto fríos hacia las cosas de Dios. Renueva en nosotros un espíritu sencillo de asombro y admiración, para que así una vez más podamos maravillarnos ante Quién eres realmente. Y acercános cada vez más a Ti. Rogamos en el hermoso nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo,
Amén.