Padre celestial, deseo recibir alegría en mi ser interior, y Tu Palabra nos advierte que nos abstengamos de todo tipo de codicia y avaricia, sabiendo que la vida no depende de la abundancia de nuestros bienes, sino en la profundidad de nuestra relación contigo. Por tanto, ruego no caer en esta actitud tóxica, que a menudo nos puede arrebatar nuestra alegría en el Señor y romper nuestra comunión íntima contigo.
Gracias porque puedes llenarme de alegría, pues solo Tú eres mi esperanza permanente y en Tu diestra se hallan los placeres eternos.
Manten mis ojos puestos en Jesús y lejos de las tentaciones de este mundo, y que Tu júbilo y paz inunden mi ser interno, pues sé que el júbilo del Señor es mi salud y mi fortaleza. En nombre de Jesús,
Amén.