Padre, vivimos en un mundo que está manchado por el pecado y que se envilece cada vez más; sin embargo, Te doy gracias porque me he convertido en una nueva creación en Cristo y he recibido una vida nueva en Él.
Te doy gracias porque, a pesar de las dificultades que enfrento en este mundo pecaminoso que rechaza a Dios, mi ser interior se renueva día a día a través del poder de Tu Espíritu Santo que habita en mí.
Te alabo y Te agradezco porque, a pesar de que este cuerpo mortal está pereciendo y algún día morirá, he recibido vida eterna y puedo levantar alas como las águilas y vencer todas las dificultades a través de Su fortaleza suficiente.
No me dejes amoldarme al patrón de este mundo, y ayúdame a vivir una vida nueva hasta el final de mis días. Ruego transformarme mediante la renovación de mi mente y poder probar y aprobar la voluntad bondadosa, complaciente y perfecta de Dios en todo lo que digo y hago. Alabado y glorificado sea Él.
Amén.