Señor Jesús, he descubierto que cuando me agobia el pecado, las preocupaciones y las inquietudes de la vida, una depresión perversa inevitablemente me abate y me arrastra a una desesperanza más profunda.
Señor, no quiero sucumbir a este acto de incredulidad, pues he aprendido que la depresión y la desesperanza son fruto de la incredulidad, mientras que el fruto del espíritu son los tesoros que das a los que tenemos esperanza en el Señor, sin importar los problemas con los que nos pueda sacudir la vida.
Ayúdame a no tener miedo ni a desanimarme cuando las cosas salgan mal y a no prestar demasiada atención al problema. Sin embargo, cuando en mi corazón broten pensamientos perversos, ruego que me hagas recordar Tu Palabra de verdad, pues Tu Palabra es salud, sanación y fortaleza para mi alma.
Ayúdame a recordar que el Dios eterno es mi amparo y fortaleza, y que me envuelves con Tus brazos eternos para apoyarme y cargarme. Señor, ayúdame a depositar en Ti todas mis preocupaciones, pues has prometido sustentarme y jamás dejarme caer. Ayúdame a recordar que eres el único que puede sanar mi corazón quebrantado, curar todas mis heridas y ayudarme a no sentir ansiedad por nada.
Señor, Te recito esta oración con gratitud, pues sé que eres un Dios Que escucha y responde todas mis plegarias. Ruego que protejas mi corazón y mente a través de Jesucristo,
Amén.