Cuánto Te alabo señor por cada día de mi vida, por mi familia y mis amigos, y por todas las cosas buenas que me has entregado con Tu amor y gracia. Señor, has bendito con toda bendición espiritual a todos los que confían en Tu hijo, pues nos has salvado con Su sangre y nos has vestido de Su propia justicia perfecta. Has derramado con gran abundancia Tu gracia en nuestros regazos.
Gracias, Señor, por cada día de mi vida, por cada hora que se me ha dado mediante la gracia. No podría jamás tomar otro aliento a menos que Tú me dieras el poder. ¿Cómo podría agradecerte lo suficiente, Dios mío y Salvador mío?
Señor, sé que no he hecho nada para merecer este favor Tuyo, y que tampoco hay nada que pueda hacer para retribuirte por Tu benevolencia y bendiciones misericordiosas que se renuevan cada día.
Ruego poder entregarte mi vida como un sacrificio vivo de alabanza, pues solo Tú eres digno, solo Tú eres el Señor. Solo Tú mereces todo el honor, la gloria, la alabanza y la adoración, no solo hoy, sino que por los siglos de los siglos. ¡Aleluya!
Amén.