Padre celestial, gracias porque nos has puesto en la familia de Dios y nos has unido en amor y en comunión. Perdónanos por las veces en que, como hijos Tuyos, hemos permitido que las necedades del mundo arruinen nuestra relación el uno con el otro y contigo. Únenos a través del vínculo de la paz y júntanos en amor piadoso el uno por el otro y por Ti.
Cuida nuestros corazones y nuestros labios, y enséñanos a pensar y a hablar de manera de complacerte. Haznos convertirnos uno solo en práctica y en propósito, de manera de alabar Tu santo nombre. Que el Señor Jesús influencie nuestra conversación, y que el Espíritu Santo de la paz nos una en amor mientras tenemos los ojos puestos en Jesús, pues sabemos que solo Él es nuestro Príncipe de la paz.
Ayúdanos a obedecer nuestro llamamiento e infunde en nosotros el deseo de orar fielmente el uno por el otro y poner las necesidades de los demás por encima de las nuestras. Como integrantes de Tu iglesia universal, haznos ser una fuerza del bien en nuestra comunidad local, y haznos ser testigos fieles ante aquellos que están perdidos, para que así puedan ver nuestro amor el uno por el otro y por Ti y glorificar a nuestro Padre que está en los cielos. En nombre de Jesús,
Amén.