Gracias, Señor, por la alegría de tener compañía y porque has puesto amigos queridos y compañeros cristianos en cada una de nuestras vidas. Qué alegría es conocer y unirse con nuestros hermanos y hermanas en Cristo.
Sin embargo, Te doy gracias, Señor, porque en Jesús tenemos un amigo maravillosamente fiel, que es nuestra compañía incondicional, y Que ha prometido jamás abandonarnos ni desampararnos. Gracias porque Él nos acompaña en cada estación de la vida y jamás nos fallará, incluso si somos olvidadizos o necios. Gracias por el consuelo diario y la hermosa compañía de Aquel Que jamás nos desilusionará.
Gracias porque en Cristo hemos recibido una vida nueva y porque en Él nos hemos convertido en una nueva creación. Qué gran amigo tenemos en Jesús, y qué alegria es saber que nos acompañará durante toda nuestra vida terrenal. Alabado sea Su nombre.
Amén.